Hay
muchas patologías relacionadas con la alimentación. Algunas causadas por la
alimentación y otras que lo que conllevan es una limitación o modificación de
la misma.
Cada
día conocemos de más de estas alteraciones y parece que nuestro estilo de vida
se relaciona directamente con ello, pero también sabemos que muchos de los
efectos adversos atribuidos a nuestra alimentación no tienen ningún tipo de
base científica.
Muchos
de mis amigos siguen dietas libres de glúten por convicción, no porque
presenten celiaquía. Otros no consumen alimentos lácteos, porque los asiáticos
no las consumen y son sanísimos. Algunos no consumen animales terrestres porque
es una crueldad.
Por
suerte ninguno de ellos ha padecido ningún problema relacionado con estas
restricciones autoimpuestas y espero que así continúe, pero nuestros abuelos
(no los de los asiáticos, ni los Neandertales, mi abuela Paula por ejemplo)
consumían dietas basadas en su autoproducción, porque era a lo que tenían
acceso. Leche de sus vacas, hortalizas, frutas y verduras de su huerto, huevos
de sus gallinas y carne de sus animales, muchos embutidos y conservas naturales
para poder aprovechar durante todo el año los alimentos de que disponían. Y
gozaban de una excelente salud, excelente aún habiendo pasado dos guerras. No
será tan mala la leche, ni las carnes rojas, ni los huevos, digo yo.
Entiendo
que restrinjas la alimentación por necesidad y que la adaptes a tu situación
personal (por buenos que sean los cereales no le voy a poner pan en las comidas
a un celíaco), pero se nos va la cabeza con tanto milagro dietético y eso no
puede ser bueno.
Con
mis alumnos de Educación para la salud hemos visto las adaptaciones del menú
asociadas a las principales patologías y condiciones de salud (hipertensión,
hipercolesterolemia, diabetes, disfagia), pero no creo que debamos cambiar
sustancialmente nuestra saludable dieta mediterránea, sólo adaptarla.
Un
saludo
Ana
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